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Las pioneras | La Vocación de las Pioneras (The Vocation of the Pioneers)
A los quince años Jeanne-Marie ingresa en la TORM, que había fundado en Jonzieux, su pueblo natal, el señor cura párroco Pierre-Antoine Richard. Era una de las cuatro “fundadoras”; en esta orden tercera profesó en 1855. Mientras llegada la llamada de Mons. Bataillon para ir a Oceanía, descubrió una segunda misión: la de vivir su vida de religiosa marista en la misión, lejos de su país.
El 24 de octubre d 1858, con Marie Augustin y Marie de la Merci, salía desde Burdeos; previamente había renovado su profesión. El P. Yardin la recomendaba por sus cualidades de “lideresa” y juicio certero pero avisaba que su nivel de instrucción era algo bajo (cf. Yardin-Poupinel, 06.10.1858, NP I, 95). A pesar de sus limitaciones y la sensación que tenia de insuficiencia, con tendencia al desaliento y algo depresivo en sus comienzos, admira las grandes cosas que el Señor ha realizado por su intermedio. Primero en Wallis, cuidando a los enfermos; en Samoa desde 1864 hasta 1871, en la enseñanza, en Futuna, 1871-1874, en la parroquia y cuidando a Marie du Mont Carmel, en sus últimos años; por fin y por encima de todo, durante 37 años, en Wallis, donde murió.
Antes de partir hacia Oceanía, Marie Rose había pasado por la experiencia de vida religiosa enraizada en la Sociedad de María, tenía un gran deseo reprofesar a perpetuidad dentro de una congregación religiosa conocida. Le chocó mucho cuando Mons. Bataillon le dijo que “no eran religiosas”. Hubiera podido emitir los votos el año de 1871, con Marie de la Miséricorde, cuando las Hermanas de Notre Dame des Missions llegaron a Samoa; pero se negó a ello pues no había hecho un noviciado verdadero. En tales condiciones, tampoco podía aceptar a Marie de la Miséricorde como superiora. ¡Ambas se conocían demasiado! La enviaron a Futuna pero luego de la muerte de Hna Marie du Mont Carmel (agosto de 1873) Mons. Bataillon decidió que no habría más Hermanas en la Isla.
Por fin, en el mes de mayo de 1874, Hna Marie Rose profesó en las NDM a Apia. Desde allí, la mandan otra vez a Wallis con otras tres NDM, pero en 1877, al conocer los problemas que había entre las de NDM y la Sociedad de María, no renueva los votos. Marie Rose era de pocos estudios pero tenía un criterio acertado con una prudencia innata. Continuaba aspirando por una vida religiosa que expresara la entrega total que de sí misma había hecho a Dios, en el espíritu de María en quien tenía una confianza grande. Con todo, ni en las Hermanas de Notre Dame des Missions ni en las de Notre Dame d’Oceanie hallaba lo que correspondía a lo que con claridad ella creía que era su vocación. Esperó que Mons. Lamaze estuviera de regreso; este obispo recibió sus votos perpetuos el 3 de septiembre de 1881, en la TORM, recién fundada. El 7 de septiembre confirmó también el trabajo de formación que ella realizaba con las chicas de Wallis; 7 de ellas sobre 22, pasaron al noviciado.
Marie Denyse, que vivió durante algunos años en Wallis, (1893-1898), rindió homenaje a la obra que como pionera realizó en esta isla: lo que esta “había sembrado con lágrimas” cargaba ahora frutos abundantes, particularmente en el campo de la formación.“Efectivamente, es ella quien ha formado nuestras primeras Hermana. Si, Hna Marie Rose es un modelo de valentía, de energía, a pesar de sus achaques, poca salud; con 35 años, [mejor 37], años de pruebas y combates, nuestra buena Hermana es ejemplo de una entrega total…” (Annales des Missions d´Océanie, p. 324). Los naturales de Wallis supieron reconocer, por lo tanto, tamaña entrega indesmayable durante muchos años y le correspondieron con todo su afecto y estima.
Hay siempre armonía y buen entendimiento con mi Hermana Marie de la Miséricorde; aquejada siempre por la hinchazón de sus piernas pero desde hace tiempo no ha padecido el puke; (elefantiasis) el buen Dios la ha probado de otra manera; usted lo sabe lo que sufrió al enterarse de la muerte de sus padres; ha sido un ejemplo para mí en tales circunstancias, por su resignación y la aceptación de la voluntad divina (Rose-Poupinel, 23.04.1869*).